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La importancia de la calificación energética para tu empresa o vivienda
Con la Directiva 2024/1275, Europa refuerza su compromiso hacia la sostenibilidad, estableciendo objetivos ambiciosos de descarbonización y eficiencia energética. En este sentido, la normativa en España tiene como meta descarbonizar tres millones de edificios no residenciales para 2030, alineándose así con el objetivo europeo de lograr la neutralidad climática en 2050. En este contexto, la calificación energética se posiciona como un indicador esencial, no sólo para promover la sostenibilidad ambiental, sino también para optimizar la viabilidad económica de los inmuebles.
¿Qué es la calificación energética y cómo se evalúa?
Es un sistema para medir la eficiencia y sostenibilidad, la calificación energética es un procedimiento técnico que clasifica el rendimiento energético de un edificio en una escala de A (máxima eficiencia) a G (mínima eficiencia). Esta evaluación considera dos aspectos fundamentales:
- Consumo energético primario: representa la energía total necesaria para mantener el inmueble operativo, incluyendo calefacción, refrigeración, ventilación e iluminación.
- Emisiones de CO₂: cuantifica los gases de efecto invernadero emitidos por el consumo energético del edificio.
Factores como la calidad del aislamiento térmico, la eficiencia de los sistemas de climatización y la integración de energías renovables influyen en el desempeño energético y, por ende, en la calificación.
Estrategias para alcanzar la máxima calificación energética
Para lograr una calificación energética A, es indispensable implementar medidas de mejora basadas en estudios técnicos. Entre las más efectivas destacan:
- Aislamiento térmico avanzado: uso de materiales con baja conductividad térmica en fachadas, techos y suelos para minimizar las pérdidas energéticas.
- Climatización de alta eficiencia: incorporación de equipos como bombas de calor de última generación o sistemas HVAC con clasificación energética superior.
- Energías renovables: instalación de paneles solares fotovoltaicos, térmicos o sistemas geotérmicos para reducir la dependencia de fuentes fósiles.
- Gestión inteligente de energía: automatización y monitorización mediante sistemas domóticos para optimizar el consumo y detectar ineficiencias.
Impacto económico de una calificación energética eficiente
El nivel de eficiencia energética de un inmueble influye directamente en sus costos operativos y en su valor en el mercado. Una vivienda o edificio con calificación A puede reducir hasta un 80% los gastos energéticos en comparación con una calificación G.
Por ejemplo, un edificio de 100 m² con una calificación G puede generar un gasto energético anual de 2.500 €, mientras que con una calificación A este gasto se reduce a 500 €. Este ahorro de 2.000 € anuales no solo mejora la rentabilidad del inmueble, sino que refuerza su atractivo para inversores y compradores.
Además, la eficiencia energética incrementa el valor patrimonial del inmueble y facilita el acceso a incentivos y subvenciones gubernamentales.
De la calificación energética a la rentabilidad
La calificación energética es más que un requisito normativo; representa una oportunidad para transformar los inmuebles en activos sostenibles y rentables. Al mejorar la eficiencia energética, no solo se reduce la huella ambiental, sino que se optimizan los costos operativos, aumentando la competitividad y el valor del patrimonio inmobiliario.
Con las estrategias adecuadas, el camino hacia una calificación A es un paso tangible hacia la sostenibilidad y la eficiencia económica. Para ello el proceso debe ser realizado por un técnico experto que realice la inspección y así obtener propuestas de mejora para optimizar el rendimiento del edificio o empresa.