La luz juega un papel protagonista en el universo de las energías renovables. Sin embargo, la base de este recurso tan cotidiano y esencial se encuentra en una partícula invisible pero poderosa: el fotón.
El fotón es la partícula elemental que compone la luz. Albert Einstein fue el pionero en introducir el concepto de fotón en 1905, cuando desarrolló la teoría del efecto fotoeléctrico, un descubrimiento que le valió el Premio Nobel de Física en 1921. A diferencia de otras partículas, los fotones no tienen masa ni carga eléctrica. Viajan a la velocidad de la luz (aproximadamente 300.000 km/s) y son los responsables de transmitir la energía electromagnética que percibimos como luz visible, radiación ultravioleta o infrarroja.
En otras palabras, los fotones son paquetes de energía que llevan información y calor a través del espacio. La cantidad de energía que transportan depende de su frecuencia: cuanto más alta es la frecuencia, mayor es la energía del fotón.
Los fotones nacen principalmente en procesos naturales, como la reacción nuclear que tiene lugar en las estrellas, incluida nuestra estrella más cercana: el Sol.
En el interior del Sol, las altas temperaturas y la presión extrema permiten la fusión de átomos de hidrógeno para formar helio, liberando enormes cantidades de energía en forma de fotones. Estos fotones tardan miles de años en viajar desde el núcleo solar hasta la superficie, y una vez liberados al espacio, apenas necesitan 8 minutos para recorrer los 150 millones de kilómetros que nos separan del Sol.
Así, cada rayo de luz solar que llega a la Tierra es en realidad un enjambre de fotones con energía lista para ser aprovechada.
La energía de los fotones es el corazón de la tecnología solar fotovoltaica, una de las fuentes más importantes de energía renovable en la actualidad.
Los fotones provenientes del sol impactan sobre la célula solar fotovoltaica, generando electricidad al liberar electrones cuando entran en contacto con los materiales semiconductores que forman la base de las celdas fotovoltaicas como el silicio. Gracias a este fenómeno, conocido como efecto fotoeléctrico, somos capaces de generar corriente eléctrica que puede transformarse en energía limpia y sostenible para alimentar hogares e industrias.
Además, encontramos los fotones en la tecnología de iluminación LED, donde se convierten en la luz visible con alta eficiencia energética. De esta manera, el fotón no solo es la base de la luz natural, sino también la partícula clave para convertir la radiación solar en energía pura, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y combatir el cambio climático siendo más eficientes energéticamente.
En conclusión, el fotón es esa partícula que encontramos a nuestro alrededor a diario, que no solo nos da luz y calor, sino que también impulsa la transición energética. Al aprovechar su energía mediante tecnologías renovables como la fotovoltaica, damos un paso más hacia un futuro sostenible y limpio.
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